Lo que realmente está en juego con las restricciones al PAN y SNAP

En los últimos días, ha resurgido el debate sobre restringir la compra de ciertos productos con los beneficios del Programa de Asistencia Nutricional (PAN) en Puerto Rico y el Programa de Asistencia Nutricional Suplementaria (SNAP) en Estados Unidos. Entre las restricciones propuestas se menciona prohibir la compra de "bebidas azucaradas, las golosinas y más" sin especificar qué significa ese "más". Este tipo de propuestas no es nueva, pero ahora viene acompañada de una retórica divisiva que busca enfrentar a quienes reciben asistencia con quienes no.
La premisa detrás de estas restricciones es supuestamente promover una alimentación más saludable y reducir costos a largo plazo en el sistema de salud pública. Sin embargo, esta medida no tiene nada que ver con mejorar la nutrición de la población. Lo que realmente busca es justificar futuros recortes al presupuesto de asistencia nutricional, mientras se sigue beneficiando a las grandes corporaciones y los más ricos con exenciones contributivas masivas.

El Problema de la Restricción de Alimentos
Una de las mayores trampas de este debate es hacer creer que restringir la compra de ciertos productos cambiará los patrones de consumo o reducirá la inseguridad alimentaria. Pero la realidad es que:
- No hay evidencia de que estas restricciones mejorarían la nutrición de las personas que reciben beneficios del PAN o SNAP. De hecho, en experimentos previos citados en internet, las personas simplemente buscaron alternativas dentro de sus presupuestos ajustados.
- Esta política refuerza la estigmatización de quienes reciben asistencia alimentaria. Se les infantiliza, como si no fueran capaces de tomar decisiones sobre su propia alimentación, mientras que quienes no reciben ayudas pueden comprar lo que quieran sin ser cuestionados.
- No toma en cuenta la realidad de muchas comunidades que enfrentan falta de acceso a opciones más saludables. En muchas áreas rurales y de bajos ingresos, la disponibilidad de frutas y vegetales frescos es limitada, mientras que los ultraprocesados son más accesibles.
- La verdadera crisis nutricional es el alto costo de los alimentos saludables y la falta de acceso a productos frescos. Las familias no dejan de comprar frutas y vegetales porque prefieran la comida chatarra, sino porque son más caros, se dañan más rápido y requieren más viajes al supermercado.
- En muchas áreas de Puerto Rico las opciones de compra ya están limitadas. Muchas comunidades dependen de pequeños mercados, ferias agrícolas y puestos de carretera para comprar frutas, viandas y otros productos frescos. Sin embargo, la mayoría de estos comercios no aceptan la tarjeta del PAN, lo que dificulta aún más el acceso a alimentos de calidad. Restringir la compra en supermercados sin ampliar las opciones de uso del PAN en estos espacios deja a muchas personas con menos alternativas en lugar de más.

La Verdadera Razón: Recortes y Beneficio para los Más Ricos
Detrás de estas medidas hay una justificación mayor: preparar el terreno para recortes presupuestarios. Se está discutiendo la extensión de la Ley de Recortes de Impuestos y Creación de Empleo de Trump (TCJA, por sus siglas en inglés), que seguirá reduciendo los impuestos para los más ricos mientras aumenta la presión para eliminar beneficios de salud y alimentación para las personas empobrecidas.
En otras palabras, se busca que la opinión pública mire con desprecio a quienes reciben asistencia para que, cuando vengan los recortes, no haya resistencia significativa. Se está utilizando el tema de la "comida chatarra" como una pantalla de humo para ocultar la verdadera intención de reducir drásticamente el gasto en asistencia social.
Alternativas que Realmente Beneficiarían a las Familias
Si de verdad se quiere mejorar la nutrición de quienes reciben PAN o SNAP, hay alternativas más efectivas:
1. Subsidios para alimentos saludables: Incentivar la compra de frutas, vegetales y productos agrícolas locales con descuentos o dinero adicional en la tarjeta de beneficios.
2. Mayor acceso a mercados de agricultores: Facilitar la compra de productos frescos en mercados comunitarios y apoyar iniciativas de agricultura urbana.
3. Expansión de programas de educación nutricional: En lugar de imponer restricciones, proveer información útil para que las familias puedan tomar decisiones informadas sobre su alimentación.
4. Incentivos para supermercados en comunidades marginadas: Para que más negocios vendan alimentos frescos a precios accesibles en áreas donde escasean.

Lo que Hacemos en Comedores Sociales

En Comedores Sociales, sabemos que la alimentación es salud. Por eso, en nuestro Programa Apoyo Nutricional - Compras Solidarias (PAN-CS), entrevistamos a las personas sobre lo que han comido en los últimos siete días y sus condiciones de salud. Preocupados por el impacto del alto consumo de sodio y azúcar, hemos implementado cambios significativos en nuestra distribución de alimentos:
- Eliminamos sopas enlatadas altas en sodio y las sustituimos por alternativas más saludables.
- Ofrecemos habichuelas bajas en sodio y reducimos las frutas enlatadas con alto contenido de azúcar.
- Estamos trabajando para aumentar la cantidad de frutas, vegetales y viandas en nuestras entregas.
- Movemos dinero de productos procesados hacia compras de productos agrícolas locales.
- Desde enero de 2025, y como un primer esfuerzo a mejorarse, ofrecemos una que promueve la Quinoa como alternativa al arroz.
Todo esto lo hacemos con un presupuesto limitado de poco más de $100,000 al año, pero con un compromiso firme de mejorar la alimentación de nuestra comunidad. Más del 70% de las personas que atendemos reciben PAN y la mayoría tiene más de 50 años.
A diferencia del gobierno, que quiere restringir alimentos sin garantizar acceso a alternativas saludables, en Comedores Sociales entendemos las barreras que enfrentan las personas. Sabemos que los productos frescos son más costosos, se dañan más rápido y requieren más visitas al supermercado, lo que complica la vida de quienes tienen recursos limitados o problemas de movilidad. En lugar de castigar a la gente por lo que come, trabajamos para facilitar el acceso a alimentos saludables.

Conclusión
El debate sobre la “comida chatarra” es una distracción. No se trata de salud pública, sino de recortar beneficios para los más vulnerables mientras los más ricos pagan menos impuestos. La estigmatización y las restricciones no van a mejorar la alimentación de nadie, pero sí profundizarán la desigualdad.
Si queremos que las personas coman mejor, necesitamos políticas que realmente promuevan el acceso a alimentos saludables, fortalezcan la producción local y amplíen las opciones de compra para quienes más lo necesitan. Cualquier otra medida es simplemente un intento de desviar la atención y justificar recortes que solo empobrecerán aún más a millones de personas.
- Giovanni Roberto
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