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Giovanni Roberto Cáez

Solo el pueblo salva el pueblo

por Giovanni Roberto Cáez para The Americano (publicado originalmente el 26 de mayo de 2020)


La gente está cansada de que el Gobierno de Puerto Rico le mienta. Sobre todo después del Huracán María, cuando durante meses nos dijeron que solo habían fallecido 60 personas, y resultó que fueron miles, una frase se apodera de nuestras acciones: ¡Solo el pueblo salva al pueblo!


Es una frase dura de asumir. Millones de dólares se pierden todos los años en esquemas de corrupción, en contratos a amigos y donantes de los partidos dominantes. Y mientras nos piden paciencia, que obedezcamos la ley, que esperemos, nuestros hermanos y hermanas mueren, se van del país a buscar mejor vida o se acuestan con hambre todos los días. Nos quitan los recursos y nos obligan a creer que nuestro deber es salvarnos solos, o morir.

Nuestro pueblo se quedó en casa frente al Covid-19 durante dos meses con una disciplina digna de los mejores ejércitos. Nuestra gente pachanguera, jangueadora, llena de vida se autoimpuso una cuarentena para evitar, como nos repetían por TV, que el sistema de salud colapsara porque creímos, quizás una vez más, quizás por última vez, que era lo mejor que podíamos hacer. “Mejor ni te enfermes, no vaya ser que te dejen morir allí dentro” le escuché decir a alguien. “Si te mueres ni te van a contar” le escuché decir a otra.

Le hemos perdido la fe al gobierno y a veces andamos en un sálvese quien pueda muy complejo. Ya no hay escape individual que valga. ¿A dónde en Estados Unidos te mudas para vivir mejor cuando la depresión económica será mundial? ¿Qué profesión estudias para salir de la pobreza cuando te chocas con una abogada en las filas para recoger comida gratis? ¿Con quiénes cuentas para reconstruir el país que amas, la comunidad donde te criaste, el mundo que quieres heredarle a tus hijos?

Esta es quizás la pregunta clave: ¿con quiénes contamos? Entonces el “solo el pueblo salva al pueblo” toma otro sentido: hay un pueblo completo, una nación transatlántica que se está encontrando cada vez más consigo misma. Los gobiernos federal y local nos abandonaron a nuestra suerte, y por suerte nos estamos encontrando.


Mural por Aníbal "El S" Vidal Quintero

Es que frente a lo que parece la debacle del mundo según lo conocemos se cocina una catarsis muy profunda: aumenta la confianza en organizaciones pequeñas como la que dirijo, Comedores Sociales de Puerto Rico. De repente gente negra como yo, con historia de organizar protestas y huelgas conflictivas, somos respetadas y admiradas como cualquier persona blanca del establishment. O hasta más, quién sabe.

Las claves de nuestro futuro colectivo, sin duda, se encuentran en nuestro pasado reciente. Fuimos un pueblo agricultor hasta el otro día. Sabemos gozarnos la vida, reír y bailar como nadie. A pesar de ser pequeños en tamaño, hemos inventado ritmos que han puesto a bailar a millones en todo el mundo. ¡Queremos ser felices! ¡Podemos hacer el mundo un poco más feliz!

Las coordenadas para llegar a esa felicidad, sin embargo, están en nuestro presente. Tienen que ver con nuestra capacidad de sobreponernos una vez tras otra a las adversidades y crear proyectos, instituciones nuevas y formas de organizar el poder colectivo de la gente. Después de todo, si el pueblo se salva con más pueblo, habrá que crear un gobierno del pueblo para que no haya que estar salvándose todo el tiempo y podamos ser felices en la vida digna de una vez.

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